EN DEFENSA (¿LA NECESITA?) DEL LIBRO
DIECISEISAVO CORTE
Navaja de Fernando Curiel
- En términos energéticos, el libro no requiere ni de electricidad ni de baterías ni de turbosina. La suya es la autosuficiencia de vuelo.
- Salvo el límite del idioma (de fácil resolución), su movilidad es absoluta. Recorre continentes, transita siglos.
- Finca genealogías casi eternas. Del lector español, en el siglo XVII, de El Quijote, a la lectora mexicana de El Quijote, podría dar su nombre, en este 2015 al pairo.
- Salvo Progrom y su inhumana hoguera, el libro subsiste a cualquier tipo de control: curas y amas, censura o de plano prohibición –no sólo en reductos gubernamentales–, mal gusto editorial, críticos ignaros, lectores resentidos, desinterés oficial, guerrillas de facciones culturales, burocracia promotora de la lectura, etcétera.
- Red Social desde antes de la invención del Internet.
- Excepción hecha de los proverbios, el libro constituye la forma más económica de sabiduría. Nunca diga no a un Remate o a un “Rebusque”.
- Su docilidad es absoluta. Puede estar de pie, de canto, acostado, en el suelo, en una maleta, en un bolsillo, a la intemperie; solitario o en compañía, a la intemperie o enjaulado en un aparador. Todo lo atestigua. Sin rebozo, el mejor amigo del hombre, por encima del perro.
- Son más sus buenos que sus malos ratos.
- El libro vale más (si lo vale) de lo que pesa.
- De malos libros está empedrado el Mercado.
- De la mayor trascendencia su fisonomía, dimensión, talla, género, papel, grafía y tiro.
- Un editor de raza, garbanzo de a libra.
- Los libros, sí, fraguan familias y generaciones.
- No nos imaginamos, ni remotamente, lo que un libro carga en su lomo.
- Lo que uno pierde, al fenecer, no es el alma sino su biblioteca.
- No porque lo descamises el libro se te entrega.
- Cuando abres el libro, éste ya todo lo pensó, sitió, sintió, imaginó, pulsó, deseó. Por eso (y no al revés) te acompaña sin chistar.
- El diálogo de los libros, oh Julio Torri, produce un delicioso rumor de hojas secas.
- Libro que no has de leer, déjalo en buenas manos.
- Los libros de Superación Personal te hunden tarde o temprano.
- Andrés Henestrosa, muerto aquí pero inmortal allá, propuso un libro todavía no escrito: Las mañanas de Sanborn’s —se refiere al de Los Azulejos.
- La República de las Letras no requiere, a los Dioses gracias, ni de votos no de partidos políticos. Devotos, sí.
- A buen lector, pocos títulos.
- En las salas de redacción se operan textos.
- Religión fanática, en sus tiempos, Las Prosas profanas de Rubén Darío.
- Para quien lo sabe, el texto discurre asimismo en las márgenes.
- No leas para mañana lo que puedas leer hoy.
- ¿Qué leen, cuando no intrigan, los Dioses?
- Decía Martín Luis Guzmán, sabio como siempre, que Madero disparó la Revolución con un libro.
- Libros hay que se avergüenzan de sus lectores.
- En la Edad Media los libros se encadenaban. Qué novedad.
- De las familias tipográficas será el Reino de los Cielos.
- ¡Si los libros hablaran!
- Aunque en ruinas, la Librería de Alejandría cuenta con sucursales en todo el mundo.
- Las vueltas del tiempo se marcan en los libros.
- Los libros electrónicos añoran la fluida fijeza de la página.
- Naturalmente que los libros malos se van al infierno.
- Hagamos, de las ciudades, libros. Leámoslas los sentidos alertas. Redimensionémoslas en escala humana. Rescatémoslas. Fijémosles, filólogos urbanos, su traza original. Heredémoslas legibles.
- La ocasión hace al lector.
- Aunque corre de adelante hacia atrás, todo libro que lo vale es de doble sentido. Y hasta alburero.