AGENDA URBANA/ NOTAS TAXQUEÑAS
Fernando Curiel
Primera. En la terraza de la Posada San Javier, interminable tertulia-desayuno sazonado por Alejandro, Kazumi, Toño, Miguel, Willy, el de la voz; se une Martha. El antiguo Real de Minas, donde José de la Borda extrajera la plata y William Spratling la llevara a la altura del Arte, Trotsky paseara sus calles antes del zafio y brutal asesinato, se levanta de la lona. Duro, durísimo fue el golpe sísmico del 19 de septiembre de 2017 (Año Horrible de la Patria). El epicentro a unos kilómetros.
En la carretera de cuota se trabaja con los deslaves, esas toneladas de piedra y tierra contenidas para trazarla. En el templo de Santa Prisca se trabaja con la cúpula resentida, con el altar por ahora inaccesibles sus imágenes y dorados, con el costado derecho (el que da a la Calle de Arco, sobre la que lloviera cantera) severamente dañado.
Pero, ¡ay!, sigue pendiente la cuestión, vital, del centro Peatonal en el que por lustros hemos estado empeñados no pocos, oriundos, adoptados (mi caso) y forasteros simpatizantes.
Desde la terraza del hotel, en la que charlamos sin límite de tema (de los 43 desaparecidos en la noche nazi de Iguala, nomás tras Lomita, reparamos en el calculado laberinto de su investigación), observamos las manchas que roen, lepra, Santa Prisca, prodigio barroco, culpa de la contaminación automotriz. A la que, me canso de repetirlo, han puesto remedio numerosas ciudades de México y del ancho mundo, con legítimas medidas restrictivas que devuelven la soberanía al peatón —volver a las andadas—, dosifican el tránsito de vehículos (carga, servicios) y, de paso, reordenan el tejido turístico, profesionalizándolo, modernizándolo.
Pasan de diez los años de la publicación, bajo el sello de la UNAM, del libro colectivo Taxco. La perspectiva urbana; instructivo, encuesta a la población incluida, del Centro Peatonal. Utopía.
Segunda. Nuestro corresponsal Miguel Sareñana captó escenas de ese ejercicio de destreza, arrojo, malabarismo, fuerza que es el recorrido por el abisal Taxco en competencia ciclista. Las comparto de mil amores.
Tercera. Escrito al amanecer, en Casa Jacaranda, por el rumbo que se llamó del Pedregal, a un paso de La Garita.
I
Ya extrañaba mi Torre
––sus espectaculares vistas
a tal punto embobado
que coloco mi taza de café
en la repisa del aire claroscuro
La taza
entre las preferidas
veterana
se hace trizas
II
El horizonte hacia Juliantla
—cuna de Joan Sebastian
es el de un frente de guerra
explosiones en serie de luces anaranjadas, rojas
línea de fuego que se dilata
encrespa
arrasa montes, crestas
invisibles arboledas
Nuevo día —25/XI/2017
(y tú, Cloris, Dueña, Cuerpo Esquivo
en tu propio amanecer)