AGENDA URBANA/ AGENCIA BERMÚDEZ.INVESTIGACIONES CONFIDENCIALES. SAN JUAN DE LETRÁN 19-B, ALTOS
México, D.F. a 12 de octubre de 1985
Distinguida señorita:
Rogando a Dios que no sea ya demasiado tarde ─me tumbó en la cama un ataque de ciática─, me permito hacerle llegar el resultado de mis pesquisas. Le anticipo que aunque me apego del todo al Cuestionario que usted misma tuvo a bien proporcionarme el día que contrató mis servicios ─de lo que, créame, me ufano─, incluye observaciones mías que usted no debe echar en saco roto. No en balde se llega a viejo. Le escribo en la soledad nocturna de mi despacho. Y guardo el voto de discreción hasta el punto de no escribir el nombre de usted, a cuyos pies me pongo.
No escatimé esfuerzos ni argucias. Seguí al sujeto en cuestión de día y de noche. Husmeé su casa y su Diario. Interrogué a sus muy disímbolas amistades y reservados parientes. Acepto que en más de una ocasión estuvo a punto de descubrirme. No por cierto a causa de un descuido mío ─mi larga experiencia en estos casos, descarta las torpezas de los detectives de última hora, verdadera plaga de este oficio oscuro pero honorable─, sino merced a que el tipo de su inexplicable interés ─mero capricho femenino, permítame decírselo─ es auténticamente paranoico. Peligroso para no andarme por las ramas. Pero estoy adelantando vísperas.
CUESTIONARIO
- Carácter: férreo, entrón.
- ¿Cerebral o sentimental?: cerebral.
- Convicciones capitales: la libertad (aunque sostiene que “Toda libertad es condicional”); la pugna contra el mundo heredado (“Por medios cada día abstrusos”, según gusta repetir); la amistad y la enemistad (“Ambas perdurables”).
- Convicciones veniales: no tiene. Todas son del tipo anterior.
- Principal ambición: la gloria, que alguna plazuela acoja su busto (“Aunque lo zurren los pichones”).
- Debilidades: la literatura, el poder, el arte lúdico, la ropa, el alcohol, el desarraigo, el asedio femenino si viene acompañado de altos pómulos y voz profunda, el sarcasmo, la autocompasión, cocinar extravagancias.
- Vicios: la literatura, el poder, el arte lúdico, el alcohol, el sarcasmo, la autocompasión.
- Principal fuerza interna: mezcla de rabia y curiosidad.
- Hábitos: puntualidad, cortesía chapada a la antigua, caballerosidad que raya en la chulería, laboriosidad (sobre esto último sospecho que no se trata, créame, de algo natural sino más bien autoimpuesto; camisa de fuerza sin la que se desmelenaría su otro yo, el Yo verdadero).
- Nocturno o diurno:
- Colores preferidos: los verdes, el negro… rojo, gris, morado.
- Colecciones: sacos tipo tweed, corbatas, caracoles, anécdotas políticas, sombreros, pifias de sus enemigos, títulos universitarios, tirantes.
- Visión del futuro: (“Mi pasado es una cárcel que se ensancha con nuevos calabozos” ─ “Hago grandes planes para el pasado”).
- Visión del futuro: (“El futuro es un espejismo tendido a la mitad del hoy” ─”El futuro, única creación propia”)
- Carnes preferidas: roast- beef, armadillo, langosta, aves pequeñas.
- Verduras y legumbres: alcachofa, espinaca, nabo, huitlacoche, calabaza, betabel.
- Vinos: si rojo, borgoña; si blanco, seco.
- Licores: bourbon, ron seco.
- Perfumes:
- Virtudes: lealtad a prueba de lealtad; desconocimiento de la envidia (aunque no del engallamiento y de la venganza, “Fría, morosa, casi impersonal”), fraternidad (algo populista a fe mía); cierta vaga fe justiciera (que yo atribuyo a la biobliografía del sujeto, hijo de un matrimonio roto, y frecuentador viciosa de toda suerte de subliteratura sentimental y épica).
- Defectos: a porrillo. Anoto tan sólo: vanidad (el tipo se cree irresistible); narcisismo (no obstante la prueba en contrario de ahogos numerosos); impaciencia (siempre a un paso corto de la desesperación); incredulidad (fruto amargo de su defección, temprana, de un catolicismo medio pagano, más litúrgico y fiestero que mortificado o intelectual). Añada usted señorita que es posesivo, atrabiliario, tozudo, egoísta y tendrá apenas un débil retrato del investigado.
- Tics: el orden doméstico (véase mi idea de “la camisa de fuerza”); la combinación de colores en el atuendo y los platillos; la medición del tiempo; la sospecha; examinar, sin óbice de la edad, los pómulos, las manos, las piernas y la cadera de las mujeres; mirar a diestra y siniestra y hacia atrás, como si lo persiguieran. Lista interminable.
- Ideología: O peor aún.
- Sexualidad: penis voluntarioso pero irritable; plena consciencia de que “El placer de nuestro cuerpo es emanación del placer del otro cuerpo”. Pero inseguro, temperamental. Aquí sí que pierde la cabeza.
- Visión del amor: ¡Recórcholis! El sujeto investigado cree a pie juntillas en la fatalidad sentimental, aquella desusada pedagogía del corazón que sangra y cicatriza y sangra de nuevo, aunque cada vez menos. A no ser que…
- Visión de la pasión: “Una cosa es la pasión, otra, aunque a su modo arrebatado, el amor. La pasión que nos excede o no es tal, conduce en derechura a sus cenizas. El amor, locura nuestra, no divina como la pasión, puede llevarnos a la complicidad, la verdadera alianza” (¡No le crea usted!).
- Odios: ninguno tan hondo como el que se tiene a sí mismo cuando no se ama; sentimientos, uno y otro, enfermizos.
- Urbano o rural: urbano hasta las cachas. Si pudiera, edificaría una ciudad desde la traza. Pero no menos que la urbe ─tipo europea, historiada, o delirante, tipo Nueva York─, le fascinan el desierto y el mar. Es sincero, lo reconozco, cuando reclama el soplo solar empapándole con goterones de sudor sápido los párpados, el plexus, los hombros, el bajo vientre; en medio del tráfico de la ciudad, en su estudio o en la oficina, al pobre le revolotean dátiles, palmeras, dunas danzantes, otro soplo, este lunar, refrescándole la piel bruñida. A solas, no le miento, se baña en sándalo.
- Sueños recurrentes: de su Diario entresaco una casa pueblerina, una mujer de largas piernas y cabello color miel; una venganza maquiavélica de la que sólo aparece un indicio, la letra P.
Hasta aquí el cuestionario.
Mi dictamen: al margen de sus 45 años ─no 43, como dice quitándose la edad─, el sujeto de marras muestra los indicios de un derrumbe. ¿Cómo si no es así explicarse tal cúmulo de protecciones, el control cruel de los acontecimientos? El sujeto puede arrastrarla a usted, tan linda, tan inexperta, en su caída.
Yo que usted, señorita, me lo pensaba dos veces. Y luego más. Aléjese de él ahora que es posible, antes de…. Espere….
Oigo pasos sigilosos, sospechosos…Sólo yo estoy en la oficina… ¿Será él, su investigado? ¿Se atrevería?…