ESTIMADO RAMBO
Fernando Curiel
Jamás antes, jamás nunca, había visto a Rambo Stallone
tan rabioso, colérico, letal
como en The last blood
Pero, aunque de la Tercera Edad
tan definitivamente semidios Olímpico
—un Hércules de Carne no importa si magra
y hueso no importa si esclerótico
Vive sus postrimerías en soledad campirana
rebosante de freudiana culpa
doma caballos
forja cuchillos camino a la leyenda éfesa
funge de rescatista impar en desastres
cava túneles, aprendizaje de la Guerra de Vietnam
y ha encontrado la paz familiar
En época de Bóreas Trump
cuida de madre e hija migrantes, mexicanas
La madre —la Barraza—, su amiga, cuidadora suya, cómplice
la hija —actriz todo menos convencional— por entrar a la Universidad, “dreamer”
rayito de esperanza
Localización: un rancho en zona fronteriza
ese Tercer País, norte de México y sur de los Estados Unidos
Madre e hija, sobra decir, fueron abandonadas
por un padre que puso pies en polvorosa
Típico, antes de la égloga del campus
a la hija adolescente-mujer, le da, ¡maldita sea!, por buscar al padre
saber de su boca fementida el por qué de la graciosa huida
En México, una disque amiga
carne de lupanar en realidad
lo localiza
Contra la prohibición de la Rabasa
y el pensar pesimista de la especie humana de Rambo
la hija cruza la frontera
El padre se esmera en ladrarle su desapego, su desprecio, su desamor
su me valen madre tú y tu madre
¿Regresa indemne, aunque con el corazón partido?
Ni máiz
La atrapa la red de lenones
más desalmada, bestial que pueda el espectador de Cinemex
imaginar
Un par de hermanos hijos de mala madre
No cuento más
Salvo que Stallone la rescatara, a destiempo
inocente víctima reventada de droga intravenosa
Vea usted lo que sigue con sus propios ojos
Inenarrable venganza
Tras la frontera, mata, degüella, al hermano subalterno
atrae a su terreno al hermano jefe
que arriba al rancho en uno de eses convoyes siniestros
que atraviesan parajes mexicanos
como Juan por su casa
Perdidos en los túneles mueren uno a uno los lenones
al jefe, Rambo Stallone, la arranca literalmente el corazón, que arroja al suelo
Mientras me sacudo los restos de palomitas y salgo de la sala
se me impone aquellos que dicen que dijo nuestro Nezahualcóyotl
“La sangre encuentra el lugar de su reposo”
—y la venganza, conjeturo, también
¡Ah, en el reparto también están los españoles Paz Vega y Óscar Jaenada!