PAGO DE MARCHA
Fernando Curiel
1
No estuviste; no estuve; no estuvimos
——pero las rutas siguen nítidas en el mapamundi
2
En México, Pátzcuaro; en Europa, París, Londres, Roma, Venecia, Praga, Madrid
——en Estados Unidos, quizá, Nueva York
3
De Pátzcuaro, Londres y Venecia —empezando por la isla michoacana— quiero hablarte

4
Todo hubiera empezado esa noche después de cenar en La Basílica, donde nos alojamos
El vino ayudaría a vernos cara a cara sin reticencias
y el Amor, dueño absoluto del campo
habría roto el malentendido de las edades
tu desconcierto floral, mi devastación engallada
Juntas al fin las desnudeces
5
Al día siguiente, recorreríamos, amantes dichosos, los pueblos ribereños
——te presumiría mis recuerdos de Ocumichu
3
En Londres, tras un día de terso turismo, hubiera llegado la hora del concierto en la iglesia de Saint Martin in The Fields
——te confesaría que era mi paisaje preferido: a la derecha la iglesia musical, a la izquierda la National Gallery, y de fondo Trafalgar Squire, miniatura del Imperio —mar y tierra— perdido
4
A Venecia —procedemos de Florencia— entraríamos por ferrocarril, con los primeros rayos del sol; dos días alelados sin desasirnos de las manos, rehenes del Amor, al diablo miradas que miran lo que somos
——te llevaría a Murano cuando nada quebrara la luz
5
Únicamente de regreso repararía, sin afligirme, en el abismo que nunca dejaría de acompañarnos
——cuello colocado en la ranura, para la caída matemática de la guillotina